El noticiero ABC en su edición digital de Toledo, nos brinda esta noticia que evidentemente es una publicidad extraordinaria, para las gentes, de Albalate y Almonacid de Zorita de nuestra bonita Costa Altomira.
La verdad es que este puente de Agosto ha habido pleno de visitantes, como hacia años que no se veían, rozando el aforo, que el sentido común y de civismo se espera de tanta aglomeración.
hay mucho año para visitar esta zona.
http://www.abc.es/toledo/20140817/abcp-bolarque-playa-castilla-20140817.html
TOLEDO
Bolarque, la playa de Castilla
P. BIOSCA / GUADALAJA RA
Día 17/08/2014
El grupo The Refrescos cantaba aquello de «Aquí no hay playa», refiriéndose a las bondades e inconvenientes de Madrid, aunque la canción acabó convirtiéndose en una especie de himno para aquellos otros lugares del centro peninsular, entre ellos Guadalajara, que no poseían la ansiada costa.
Sin embargo, no muchos saben que escondido entre las escarpadas colinas de la sierra de Altomira, allí donde el Tajo y el Guadiela se encuentran, existe uno de los llamados «Mares de Castilla»: el lago de Bolarque, con su propia playa, chiringuito, club náutico y socorristas, que hacen que aquella canción sea un poco menos «dolorosa» para los que pasan el verano al seco calor del centro de España.
Cómo alcanzar el paraíso.
No es difícil llegar, aunque el viajero que se adentre a buscar este «pequeño paraíso» escondido en la sierra alcarreña deberá sortear caminos sinuosos al lado de respetables barrancos. En dirección a Albalate de Zorita (pasada la localidad de la Princesa de Éboli, Pastrana), el «playero de interior» deberá llegar a este
pueblo, donde las indicaciones se sucederán señalando «Lago de Bolarque». Un recorrido de subida por las serpenteantes calles del bello pueblo que hasta hace unos años acogiera la central nuclear José Cabrera (y por la que el viajero pasa frente a sus instalaciones en desmantelamiento) le dará la impresión de estar
perdido por los parajes de La Alcarria.
Pero no debe desistir, aunque las carreteras se vuelvan más estrechas, los signos de civilización menos aparentes y la escalada de una empinada colina le haga
pensar: «¿Y aquí hay un lago?».
Una vez que el camino comienza su bajada, desde ahí, cercano al mirador, se puede divisar en la parte de abajo de la montaña el deseado club náutico. Decenas de embarcaciones atracadas en la orilla hacen cambiar radicalmente el paisaje dominado por los pinos, y el ambiente se empieza a tornar más cálido, como cerca de una verdadera playa. No es un espejismo, sino las hoces del espacio natural protegido que constituyen un clima parecido al levantino.
En el club náutico el intrépido «playero de centro» podrá disfrutar desde un paseo en catamarán hasta un tranquilo paseo en canoa, pasando por el alquiler de un fuera borda, de un bote de remos o una lancha a motor. Aunque pueda parecer un lujo al alcance de unos pocos, los precios son asequibles casi a cualquier
bolsillo (entre 11 a 30 euros, según la actividad).
Recomendable es el paseo en catamarán, en el que se puede elegir entre tres rutas: dos cortas, que recorren el Guadiela (y se bifurcan en la ermita de la Virgen de los Desamparados en un caso; en el muro de la presa de Bolarque en otro) y uno más largo, en el que se sube también por el Guadiela para ver la ermita, volver
hasta la presa y ascender el Tajo para ver las ruinas del monasterio de las Carmelitas y el castillo de Anguix. Entre 35 minutos y 2 horas de recorrido (según la elección) navegando por el centro de Castilla.
Pero si lo que el bañista quiere en realidad es tirarse en la arena (o césped) y darse un tranquilo chapuzón, debe continuar el camino más allá del club náutico para dirigirse a la Playa de Bolarque. Tras bajar por el otro lado de la colina por donde vino -con carreteras bastante empinadas, por cierto- llegará al recinto vallado
El césped deja paso a la arena, no tan fina como la de algunas playas blancas, pero mucho más cuidada que la de otros embalses. Además, el lugar dispone de una plataforma para que los más osados puedan saltar al agua en posiciones imposibles (sin riesgo) y las canoas están permitidas en esta parte del río para explorar los alrededores del lago. Lugares en los que, con suerte, se pueden divisar imponentes ejemplares de buitres leonados, alimoches, halcones peregrinos, chovas piquirrojas y águilas perdiceras.
Es cierto, no es la playa de Levante…, pero poco envidia en un día de calor para los que pasan el verano en el centro.
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